
Sing Street
¡Qué viva la música! Y qué viva para siempre ya que con esta película amaremos este arte a más no poder con una historia convencional, pero desarrollada de la mejor manera. John Carney vuelve a sorprendernos con este filme lleno de instrumentos, ilusión, letras, canciones, sentimientos, lazos familiares, denúncia social y mucha pasión para luchar por lo que realmente quieres.
Esta vez, el director nos lleva una historia sobre un chico que decide crear un grupo de música rock-futurista para acercarse a una chica modelo por la cual ha caído enamorado. Hay que reconocer que tiene muchos momentos previsibles y el argumento es convencional, pero las subtramas de problemas familiares en una Dublin de los años 80 cuando los jóvenes zarpaban dirección Londres a buscar un futuro mejor da pie a nutrir su base para obligar al espectador a bailar con sus canciones, pero sobretodo, obliga a pensar en la sociedad del momento y, al mismo tiempo, criticarla. Además, el filme contiene un amor por los hermanos muy bonito y curioso y, el elemento más importante de todos es el ansia de querer hacer lo que más te gusta y dejarlo todo para conseguirlo.
Debo reconocer que salí de la sala del cine hipermotivado y con la sensación de haber visto una gran película -de las mejores del año-. Me obligó a bailar en medio de la sala, cantar sus temas durante días y no dejar de pensar en ella no solo por su energía sino por lo que realmente me quiere contar. Cada minuto que pasa te engancha más y cada canción que suena te gusta más como si degustaras una gustosa golosina durante una hora y media hasta que concluye y te quedas con ganas de mucho más.
Una delicia, una maravilla y una joya.
Nota: 9/10

