
El Corredor del Laberinto: Las Pruebas
De más a menos. La segunda entrega de la saga dirigida por Wes Ball cambia de estilo en comparación con la primera y se vuelve una típica película de adolescentes en un mundo distópico.
En esta parte encontramos momentos de tensión, lacrimógenos bastante forzados, de emoción exagerada, de acción con elementos incoherentes y una manera de explicar el argumento sin gancho ni ganas de entretener. Totalmente aburrida.
Sin embargo, lo positivo que tiene el film son sus buenas y creíbles actuaciones, destacando por encima de todo a Dylan O’Brian. Otros aspectos como la banda sonora o los efectos especiales apoyan el formato que adquiere esta secuela de producto comercial, épico y para un publico ‘teen’ poco exigente, pero es decepcionante.
Lo bueno: que en algunos momentos crea interés en el espectador.
Lo malo: que no se haya seguido el formato de la primera y que haya una tercera parte.