
Verano 1993
Inocencia e ilusión. Dos conceptos que invaden al espectador mientras gozan de una película emotiva y dura al mismo tiempo como es la ópera prima de Carla Simón. La joven barcelonina se vuelve a poner detrás de las cámaras después de cinco cortometrajes para contarnos la historia de Frida, una niña que deberá adaptarse a un nuevo entorno tras la repentina muerte de su madre.
Si partimos desde la base que forma este film vemos una película sencilla, con una historia normal y cotidiana y sin pretensiones de ser lacrimógena o lo que se conoce por un ‘dramón’. El carisma y la naturalidad con la que trata el tema de la muerte, la adaptación a un nuevo hogar, la infancia y la amistad hacen de esta cinta una obra necesaria. Si a estas virtudes les añadimos un ritmo constante, una buena puesta en escena, unos actuaciones magistrales y un guión bien hilvanado durante sus 96 minutos nos queda una gran película de obligado visionado.
Personalmente, me gusta mucho el personaje de Frida y la actuación de Laia Artigas que consiguen conquistar al espectador e ir rompiendo el corazón poco a poco hasta su conclusión más emocional. Una película que no pretende hacer ruido en el exterior del público, pero sí despedazar nuestros sentimientos y corazones.
Lo bueno: Laia Artigas
Lo malo: que esta historia suceda más allá de la pantalla.
Nota: 8/10
Distribuida por Avalon Estreno en 37 cines

