
La Bruja
La bruja poseída. Llega al cine una película de terror del bueno. Ese que no solo se basa en asustar al público con algunas escenas ‘gore’. Este es el terror que quiere que el espectador siente lo mismo que los intérpretes introduciéndolo en un escenario muy temeroso -un bosque aislado-.
La cámara juega un papel esencial porque, a medida que avanza, intenta engañar mostrando lo que no es o creando una sensación dudosa. Asimismo, la música tiene un cargo fundamental. Es perturbadora, desasosegada y muy incómoda. Algo típico en este género, pero que en esta ocasión cumple su función perfectamente: desesperar. Encontramos el componente religioso típico en estas cintas aunque éste es totalmente creíble de principio a fin acorde con la historia.
Todos los ingredientes que forman el terror están confeccionados correctamente y van dejando aspectos abiertos o ‘subtramas’ para que se vayan concluyendo. Sin embargo, algunos no se consiguen solucionar y el final deja mucho que desear. Aun así, mantiene los detalles -concentración en un plano de cámara- dejados a lo largo de la cinta hasta su conclusión -dudosa-.
Según mi visión, Robert Eggers -el director- quiere que la persona que esté sentada viendo la película sufra, se exaspere y rece con los personajes. No quiere asustar ni acobardar. Su objetivo es que se busque la bruja constantemente y el espectador se deje abrazar por las fuerzas de lucifer.
Nota: 8/10

