Adrenalina, emoción y superación. La nueva película de boxeo de Antoine Fuqua es tópica en su género, pero desarrollada con maestría y con un gran potencial.
Desde el primer minuto te tiene enganchado a la trama y no desconectas pese contener algunas situaciones previsibles. Vives y sufres las emociones del protagonista gracias a la interpretación de Jake Gyllenhaal que es sublime e inmejorable. Quizás su mejor hasta la fecha.
Sin embargo, tiene momentos lacrimógenos que buscan emocionar a toda costa, pero están bien controlados y llegan al espectador. No le quita ningún mérito.
Una gran película actuada por un gran actor que no se desmarca de otras del mismo género pero puede entusiasmar y gustar mucho. Merece, por eso, un aplauso a parte por la banda sonora del fallecido compositor James Horner, la película de la cual está dedicada.
Lo mejor: Jake Gyllenhaal y su sensación adrenalínica.
Lo peor: previsible y tópica.