
Akelarre
‘Akelarre’ es un atrevido ejercicio de estilo que apuesta más por la maña que por la fuerza.
Título original: Akelarre
Dirección: Pablo Agüero
Guion: Pablo Agüero, Katell Guillou
Música: Maite Arrotajauregi, Aránzazu Calleja
Fotografía: Javier Agirre Erauso
Reparto: Amaia Aberasturi, Àlex Brendemühl, Daniel Fanego, Daniel Chamorro, Iñigo de la Iglesia, …
Fecha de estreno: 02/10/2020
País: España. Duración: 90 min. Género: Drama, Brujería.
Distribuidora: Avalon. Cines: 77. Trailer.
Sinopsis: explica la historia de un grupo de cinco chicas, que viven en un pueblo costero del País Vasco a comienzos del siglo XVII, que son capturadas por la Inquisición y acusadas de brujería.
La opinión y creencia mayoritaria es, a la fuerza, mediocre. Y, por lo tanto, seguramente equivocada. A pesar de ello, al ser compartida es la que se impone. Sucede ahora y ha sucedido siempre en todo el mundo. Incluso en el País Vasco de 1609 en el que se desarrolla esta película del realizador y guionista argentino Pablo Agüero. El director utiliza un juicio de la Inquisición contra cinco jóvenes acusadas de brujería para revelarse contra la hegemonía de la ignorancia.
Ante las torturas y la violencia, las chicas lideradas por Amaia Aberasturi deciden huir hacia delante. Por ejemplo, convierten sus ojos en armas de conjuros, su euskera natal en lengua demoniaca primigenea y su ingenio para engañar a los inquisidores. Esta decisión, que protagoniza la segunda mitad de la película, me parece de una valentía encomiable. Cuando cualquier otro director se hubiera frotado las manos ante la posibilidad de mostrar el sufrimiento de las jóvenes con mayor inquina aún que los propios inquisidores, Agüero demuestra que la maña vale más que la fuerza.
Además, se engalana el ritual con influencias cinematográficas de lo más dispares. Por ejemplo, los grandes angulares de vocación lírica de Terrence Malick y la obsesión casi pictórica en cada encuadre de Robert Eggers que recuerda a La Bruja. Asimismo, la fotografía de Javier Aguirre mezcla lo bucólico del poblado vasco con tenebrosos y densos claroscuros en interiores. También, las brujas encuentran en la música de Maite Arroitajauregi y Aránzazu Calleja a su mejor aliado mediante el uso de unas cuerdas minimalistas y casi bucólicas que se transforman en hiperbólicas invocaciones de sonoridad tan primitivas como infecciosas.
La valentía de su propuesta y la impecabilidad en sus formas eclipsan las pocas carencias que se pueden encontrar a la película. Seria el caso del tercer acto, el cual parece necesitar algo más de desarrollo, y la desigual calidad de las interpretaciones. En cualquier caso, aunque las brujas no vencieran en el siglo XVII, convencen 400 años después combatiendo una problemática siempre presente. Al final es lo que importa.
Lo bueno: Lo valiente de su planteamiento. Las arriesgadas decisiones de dirección. La pulida fotografía y la excelente banda sonora.
Lo malo: Algunos tramos se sienten apresurados y las interpretaciones son irregulares.
Nota: 8/10
Escrita por Julio González.

